Con la muerte del hincha del Once Caldas, Juan David Atehortúa, el pasado lunes 13 de mayo, se escribe una nueva página de la violencia que atormenta al fútbol en nuestra sociedad. El conflicto entre las denominadas “barras bravas” sigue afectando a la seguridad de las personas en Colombia, por lo cual la discusión sobre qué hacer al respecto sigue siendo relevante.

Una sencilla búsqueda de las palabras “heridos barras bravas” en el sitio web El Tiempo , muestra la siguiente gráfica.  Algunos de los titulares que arroja la búsqueda son: “Muerto miembro de barras bravas” en el 2004, “Otra víctima de la guerra entre barras bravas” en el 2012 o “Un muerto dejó riña de hinchas en Caldas” en el 2009. Esta gráfica no pretende ilustrar la medida exacta del número de eventos violentos registrados a lo largo del tiempo debido a que en este tipo de búsquedas se pueden filtrar noticias que no están relacionadas con el tema en cuestión. Lo que sí ilustra esta gráfica es la persistencia de este problema, especialmente desde la segunda mitad de la década del 2000; la búsqueda arroja un máximo de 14.892 noticias en el 2009.

Línea de tiempo

 Los recurrentes reportes sobre violencia entre fanáticos de equipos de fútbol, nos hacen cuestionar la efectividad de las políticas y medidas que se están tomando hoy en día para hacerle frente a este fenómeno violento, medidas tomadas por parte del Estado y por las autoridades deportivas como lo es la Comisión Nacional de Seguridad y Convivencia en el Fútbol.

Desde la detección de este problema a comienzos de los años 90, se han creado programas, leyes y medidas que pretenden combatir este tipo de violencia específico. ¿Entonces por qué no se hacen visibles los resultados de los programas y controles existentes, en la medida en que seguimos escuchando y leyendo sobre la violencia generada por estos grupos? Aunque puede que algunos programas implementados sí hayan tenido algún resultado positivo, el accionar de las autoridades deportivas parece hacer poco por atacar al problema de raíz. Al mismo tiempo, las estrategias que siguen las autoridades estatales evidencian desinterés y resultan de corto alcance debido a la falta de seguimiento del problema y al desconocimiento de la naturaleza del problema.

¿Cómo se caracteriza la violencia?

Las acciones que se tomen para contener dicha violencia deben ir acorde a la naturaleza de la misma, por lo cual es pertinente caracterizar esta violencia. En Colombia las denominadas barras bravas han evolucionado hasta tener “rasgos organizativos.. de carácter jerárquico” (Aponte et al., 2010) que realizan prácticas y acciones delictivas. Aunque estos grupos no se formaron con “la intención de ser grupos generadores de violencia…es el elemento que más identifica a estos grupos a los ojos del ciudadano” (Londoño, 2008). Según este autor, la violencia entre estos grupos puede ser causada por rivalidades que se derivan de “sentimientos de identidad y pertenencia … llevados al extremo” y por la “diferenciación del nosotros y el ellos … en donde la mayoría de las veces el fútbol es el elemento visible aunque no necesariamente el central”. Esto demuestra cómo el fútbol ha pasado a un segundo plano.

¿Qué medidas se toman?

La Ley 1270 de 2009 se creó con el propósito de ejecutar “estrategias dirigidas a mantener la seguridad, comodidad y convivencia en la organización y práctica de este espectáculo deportivo”, con esta se crea al mismo tiempo la Comisión Nacional para la Seguridad, Comodidad y Convivencia en el Fútbol. Comisión que viene trabajando desde entonces en conjunto con el Ministerio del Interior y Justicia, Dirección Nacional de Atención y Prevención del Riesgo, la Policía Nacional, la Federación Colombiana de Fútbol, la Dimayor, el Ministerio de Educación,  el Ministerio de Cultura y Coldeportes. Se podría decir entonces que se trata de una estrategia conjunta, y unificada que debería dar frutos.

Complementariamente se han iniciado programas que apuntan a mejorar la convivencia y a crear cultura de paz en diferentes ciudades del país. El precursor de estos programas es Goles en Paz, que no solamente se ha dedicado a frenar la violencia en los estadios de Bogotá, sino, además, ha trasladado su accionar a los barrios donde se encuentra la raíz de la problemática social. Adicionalmente, se han realizado otros programas con el mismo enfoque tanto en Medellín como en Cali, Barranquilla y Neiva.

¿En qué se está fallando?

A pesar de que la Comisión dispone de las herramientas necesarias para poder castigar o sancionar adecuadamente a los responsables, muchas de las medidas que toma solucionan poco al castigar a quienes no se debe. Cuando se sanciona a los equipos con jugar partidos a puertas cerrada, es decir, sin público, se obvia el hecho de que la mayoría de encuentros violentos no suceden dentro del estadio. Aunque transmitir el castigo a través del club pueda ser efectivo, se debería poder  identificar individualmente a los responsables y sancionarlos complementariamente, pues tal y como lo expresa el secretario de gobierno de Medellín, Jorge Mejía Martínez se podría “actuar, mejor, sobre los hinchas vándalos». En un evento donde las cámaras logran captar  un fuera de juego milimétrico, se debería poder identificar a los responsables individuales de altercados.

Otras sanciones, como la de prohibir el ingreso de aficionados visitantes a los estadios, perjudican a aficionados de otros equipos que terminan pagan por las consecuencias de las acciones de estos grupos. La limitación de la Comisión está en tomar medidas que aunque cumplen con sancionar, no son ni efectivas ni adecuadas para el problema que tratan de solucionar.

¿Cómo se puede mejorar?

Veinte años después del surgimiento de las llamadas “barras bravas” o “barras futboleras”, el problema de la violencia que éstas generan sigue estando latente.Por esto se debe hacer un llamado a revisar y revaluar las actuales medidas y políticas encaminadas a reducir la violencia en los eventos deportivos.

Tales medidas deben sintonizarse con la naturaleza de la violencia y deben ser más efectivas no sólo en la protección de los individuos sino en la prevención de futuros altercados. Finalmente, se debe castigar a los realmente responsables, transmitiendo los incentivos correctos para la disminución de este tipo de violencia.

La parte que falta reforzar por parte de la Comisión, es la promoción de una cultura de paz dentro y fuera de los estadios. La Ley 1270 de 2009  es una “propuesta más desde un enfoque de provisión de seguridad a través de la coacción que de intervención social y cultural para promover la convivencia” (Aponte et al., 2009) El reciente llamado por parte de la Comisión a usar camisetas blancas en vez de las camisetas del equipo es una buena iniciativa que busca concientizar y promover dicho cambio de mentalidad hacia la paz y lejos de la violencia.

Sin embargo, para que realmente se vean frutos de estas iniciativas se debe seguir desarrollando proyectos, tales como el programa Goles en Paz que se realiza en Bogotá. Gran parte del éxito que ha mostrado este programa ha sido el uso de incentivos de manera correcta: mediante una metodología de restricciones y premiaciones ha logrado la integración de las barras bravas con las instituciones. La replicación y profundización de estos programas es fundamental.

Es importante seguir explorando nuevas maneras de afrontar el problema, quizás tomando experiencias de otros países. Finalmente, se debe trabajar en la unificación de una estrategia que logre integrar a más actores del problema, no sólo las autoridades deportivas y las autoridades gubernamentales sino a las barras, a los directivos de los clubes, al núcleo familiar y a los medios de comunicación.

 

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