El término anglosajón «spoilers» se ha aplicado ampliamente a aquellas partes en una negociación de paz que, persiguiendo sus intereses terminan bloqueando o incluso llevando al fracaso la negociación. Una amplia literatura demuestra que son estos grupos o personas, los que «se tiran las cosas», pues no encuentro mejor traducción, los que terminan acabando con esfuerzos que para una mayoría, pueden ser benéficos.
En el pasado en Colombia esto ha sucedido. El caso del ELN, con su Frente Nororiental que parece una organización autónoma y que minó los acuerdos, es particularmente relevante para estudiarlo. No pongo en duda que en el pasado algunos frentes de ese grupo bloquearon acuerdos de paz que estaban maduros.
El debate acerca del alcance, naturaleza y riesgos de los «spoilers» en la búsqueda de la paz, sin embargo, está vivo, como lo demuestra una reciente publicación de investigadoras de la Universidad de Uppsala en la revista emblemática en relaciones internacionales, la International Studies Review.
La pregunta, en el momento actual, es si el secuestro de doce o más trabajadores de una empresa petrolera en Arauca, es un caso más de estos «spoilers». No habría mejor manera de derrotar el esfuerzo de «Timochenko» para hacerse al control y liderazgo de las FARC que este secuestro, sobre cuya autoría a estas alturas hay muchas dudas.
Para salir de la coyuntura, y hacer énfasis en este riesgo -adicional- que impediría una salida negociada al conflicto: ¿está Pablo Catatumbo, líder de las FARC en el sur del país, con su reciente escalada ofensiva, bloqueando una salida negociada? ¿Una posible salida negociada con las FARC está enfrentándose a la lucha interna de liderazgo de estos dos comandantes?
Identificar las agendas internas de los grupos de interés al interior de los grupos armados que hacen parte del conflicto Colombiano puede dar luces al respecto.
Mi hipótesis, por ahora, es que en efecto, los grupos guerrilleros colombianos no tienen en este momento una posición cohesionada hacia una negociación, y que sus facciones internas, con intereses diversos están, en efecto, «tirándose» los pocos gestos de paz de un liderazgo de las FARC precario y fragmentado.
Si bien ésta realidad hace poco viable unas negociaciones, hace igual de evidente la necesidad de un dialogo entre las partes del conflicto que permita crear un espacio amplio para los voceros de la paz y que deslegitime los “spoilers”. La respuesta del Estado frente a este problema debe ser clara: que las palabras siempre valen más que las armas.