Por:

Juan David González

Que el gobierno nacional decidiera implementar una serie de medidas que buscan reducir los niveles de violencia en Cali es un reconocimiento tardío a la dimensión y la naturaleza del fenómeno violento.

Los datos son reveladores e irrefutables. Las cifras correspondientes al presente año evidencian que Cali tiene el mayor aumento en los indicadores de inseguridad de todas las grandes ciudades colombianas, la tasa de homicidio, por ejemplo, ha aumentado en 4% en el último año.

Cali también es ciudad campeona en niveles de violencia: se han registrado 1700 homicidios en promedio, cada año, durante los últimos 15 años.

Esto señala que, si bien se observa un aumento en la percepción de inseguridad, la situación de violencia no es un fenómeno reciente; es una problemática estructural en la que confluye la presencia por décadas de formidables organizaciones internacionales de narcotráfico y tráfico de armas y la localización geoestratégica para los grupos guerrilleros y paramilitares que han ejercido la violencia, la extorsión y el secuestro en la ciudad y sus alrededores.

La dificultad para afrontar la inseguridad está -no sólo en el carácter estructural señalado- sino en los continuos procesos de transformación de la violencia.

Los grupos armados aprenden a esquivar rápidamente las medidas adoptadas para hacerles frente y profesionalizan las tecnologías para generar violencia.

Las acciones gubernamentales que buscan contrarrestar la inseguridad, terminan siendo por ello reactivas, insuficientes y tardías, en tanto no logran afrontar las causas estructurales de la violencia ni frenar los procesos de adaptación de los grupos armados ilegales.

Un ejemplo son las adaptaciones de los grupos paramilitares después del proceso de negociación del gobierno Uribe. Estos grupos  transformados han ampliado su rango de acción y han promovido la diversificación de las fuentes de depredación de rentas sin importar su procedencia. Esto ha generado la inclusión de estos grupos armados organizados en ámbitos en donde antes no se observaba su presencia.

Hoy en Cali la situación de violencia se ha desbordado y se deben tomar medidas diferenciadas y focalizadas, tanto para Cali en su conjunto, como para las diferentes entidades territoriales que de su entorno, con base en el conocimiento del fenómeno de transformación de la violencia.

Medidas que no tengan en cuenta ambos elementos -lo estructural y las transformaciones de la violencia- podrán mejorar un poco la percepción, pero no la seguridad.

Articulo publicado en el periódico elpais de Cali el 9 de Junio de 2011

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