En el actual ambiente político se pueden observar condiciones que propician espacios para dar salidas negociadas al conflicto armado. Un ejemplo de esto es el actual proceso que se lleva a cabo con las Farc y los gestos del ELN y del gobierno para dar inicio a conversaciones exploratorias que conlleven a diálogos con este último grupo guerrillero. A pesar de este ambiente positivo, los diálogos no han iniciado, la pregunta que está por resolver es cuáles son los factores que están impidiendo que estos diálogos inicien.

El editorial del diario El Tiempo del viernes 1 de noviembre señalaba las incongruencias que existen en la posición del ELN, que al tener una escasa capacidad militar, pretende imponer condiciones “distanciadas de la realidad” para iniciar un posible proceso de negociación. Además de esto el artículo señalaba condiciones tales como: la extensa agenda que propone el ELN, su exigencia de no renunciar a las armas y la continuidad de la práctica del secuestro. Si bien dichas condiciones forman parte de los argumentos que explican la demora en el inicio de las negociaciones, también se podrían señalar algunos factores adicionales que inciden en este retraso.

Avances en La Habana

Tanto para el gobierno como para el ELN, el proceso de paz que se adelanta en La Habana con las FARC, es un factor a tener en cuenta en su estrategia de cara a la posibilidad de diálogo. Los avances y los obstáculos que se han presentado sirven como punto de referencia y comparación para la toma de decisiones de ambas partes para sopesar los pros y contras de involucrarse en un nuevo proceso de negociación. Los diálogos de La Habana son un punto de referencia principalmente, en lo concerniente a la agenda y la confianza entre las partes.

En cuanto a la agenda, los avances en temas transversales que se adelanten en el proceso con las FARC, pueden servir para el desarrollo de una nueva agenda con el ELN, no sólo porque se podrían adelantar temas que ya se hayan discutido con las Farc, sino también porque estos avances contribuyen a que se sienten precedentes en condiciones que hayan sido acordadas previamente con las FARC y que sean pertinentes para el ELN (temas de participación, reinserción, víctimas).

Para ambas partes es importante evaluar si el desarrollo de ese proceso es efectivo en términos de confianza. El cumplimiento y mantenimiento de los acuerdos iniciales a los que llegaron las FARC y el gobierno son importantes, en especial para el ELN, para poder observar como fue la actuación del gobierno frente a estos. Igualmente con los diálogos que se llevan a cabo en La Habana se ha demostrado la capacidad de ceder, tanto del gobierno como de las FARC, por lo que es un punto de referencia para que ambas partes tengan un panorama de qué temáticas fueron negociables y cuáles no lo son.

La cautela con la que ambas partes actúan, ante la expectativa y los resultados del proceso de La Habana, puede ser un factor explicativo de la demora en el inicio de los diálogos.

Agenda propia

El segundo factor que puede explicar el retraso de las partes para iniciar los diálogos, es la agenda propia y extensa del ELN. Un ejemplo de esto son las exigencias del ELN  en materia minera. Una de las pretensiones sería discutir la regulación a la explotación de recursos naturales por capitales extranjeros; esto choca directamente con la condición innegociable del gobierno de no someter a negociación ni a cambios el modelo económico que maneja el Estado.

Este choque hace necesario que se acoten los temas para que sea posible elaborar una agenda propia que permita abordar temas específicos en cuanto a regulaciones y concesiones que beneficien los intereses y las demandas del ELN, la posibilidad de que esto suceda depende de la capacidad de este grupo de ceder, sin pretender cambiar estructuralmente el modelo económico.

El proceso electoral que inicia  y los cambios en el escenario político, pueden  convertirse en uno de los mayores obstáculos para pensar en un diálogo. Lo que es necesario es que comiencen a ceder en las posiciones de ambas partes y se refuercen los gestos de paz, para poder superar los obstáculos que se vienen mencionando. En especial, teniendo en cuenta la incertidumbre que conlleva todo proceso electoral y la posibilidad de que sectores adversos a los diálogos de paz lleguen al gobierno nacional y tengan poder de veto en el legislativo.

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