Hace apenas dos meses, el exprimer Ministro Israelí Ehud Barak estuvo de visita en Colombia.

Una visita que, según información oficial, tuvo un marcado acento comercial, en materia de armas y cooperación militar.

Colombia, en particular, está interesada en adquirir tecnología UAV ofensiva (por Unmanned Aerial Vehicles en inglés, o vehículos aéreos no tripulados) los llamados «drones», una verdadera tecnología del futuro. Esta es, incluso, reporta El Tiempo, pieza fundamental de la nueva estrategia militar diseñada bajo el mando del ministro Pinzón.

Los Estados Unidos, sin embargo, no han autorizado formalmente venderlos a Colombia.  Aun cuando se ha especulado que ya Colombia tiene acceso a esta tecnología, es muy probable que lo que exista hoy en Colombia son artefactos aéreos no tripulados de reconocimiento como el «ScanEagle» de la Boeing, más que de ataque, los que verdaderamente interesan al Ministerio de Defensa Colombiano. No son trineos aéreos, pero tampoco naves con capacidad de bombardeo o ametrallamiento: en efecto, un comandante de las fuerzas colombianas declaró hace unos años que «Son aviones no tripulados, no tienen ninguna capacidad de fuego y observan para impedir que las torres eléctricas y los oleoductos sean volados.»

Israel es, probablemente, uno de los pocos países que tiene esta tecnología ofensiva, aparte de los Estados Unidos. Punto importante es que Israel es ya proveedor rutinario de armas y tecnología de Colombia.

A diferencia de los Estados Unidos,  el mismo Barak, ahora Ministro de Defensa israelí,  dijo que «…no descarta la posibilidad de venderle aviones no tripulados (drones) a Colombia.»

Curiosamente, hoy la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Navi Pillay, criticó fuertemente el uso que los Estados Unidos hace de estos vehículos en Afganistán y Paquistán. Un poco tarde, digo yo: hace más de dos años un excelente reportaje de Jane Mayer en el New Yorker había documentado con detalle los riesgos para los derechos humanos y el carácter jurídico controversial de esta arma de guerra.

Dos razones aduce Pillay : la dificultad de respetar los principios de distinción y proporcionalidad en los ataques con estos «drones». En efecto, en varios casos, numerosos civiles han muerto, incluso en medio del ataque a objetivos militares legítimos. El diario británico Guardian reportó que más de 160 menores de edad han sido asesinados en tales ataques.

Yo me pregunto, ¿tendrán nuestras fuerzas militares la capacidad, en la eventualidad en que se logre tener acceso a esta tecnología, para usarlos respetando ambos principios?

Hay que considerar que las Fuerzas Militares hacen operaciones de bombardeo de manera rutinaria y exitosa. De hecho, es la tecnología ofensiva que más resultados ha producido en la lucha contra las FARC. Así y todo, relativamente pocos casos han sido documentados en los que se violen ambos principios por parte de las fuerzas colombianas. Tal vez el más notorio de éstos es el de Chocó hace un par de años, en el que tres indígenas murieron a causa de estos bombardeos. El más controversial, claro el de Santo Domingo, en Arauca. Pero estos son casos excepcionales en términos comparados, me atrevo a decir. Esto es: el récord de nuestras fuerzas militares en el respeto a estos dos principios en el marco de operaciones aéreas es muy superior, en cualquier caso, al de los Estados Unidos.

Puede ser, simplemente, que justo por no tener acceso a esta tecnología -que en últimas lo que hace es que abarata enormemente la recolección de inteligencia sustituyendo la inteligencia humana por la tecnológica menos precisa- nuestras fuerzas deben confiar más en la primera forma de adquirir esa tecnología que en la segunda, y esto es lo que hace sus ataques más precisos.

En este caso, pues, creo,  sería mejor no tener esta tecnología: puede que se pierda contundencia por no tenerla, pero los riesgos en materia de derechos humanos son muy altos como para insistir en tenerla.

Y un corolario: la capacidad de desestabilización regional sería inmensa. Ya imagino Venezuela, Perú y Brasil buscando comprarla y desarrollarla, si es que ya no lo están haciéndolo.

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