Publicado en el periódico El País de Cali.
En los últimos días tanto las FARC como el Gobierno salieron a “hablarle duro a la tribuna”, justo antes del inicio de las rondas definitivas de negociación en La Habana y un mes después de las elecciones presidenciales.
El Gobierno amenazó con terminar el proceso y exigió regularizar la guerra: que las FARC dirijan sus acciones a la contraparte no a los civiles. Las FARC manifestaron su orgullo por la violencia causada y rechazaron haberse equivocado.
Mensajes para la tribuna: el Gobierno haciéndose el duro, reclamando una humanización irrealizable y las FARC buscando mantener la disciplina y “espíritu” de lucha de su tropa.
Es natural: el Gobierno incurrió en un inmenso costo al apostarle a la paz -no a la negociación- como la bandera de campaña para salvar la reelección, y necesita construir poder y respaldo con esa posición dura. Las FARC porque necesita construir disciplina interna en sus tropas que se desgranan..
Pero aquí ni ha cambiado la negociación ni ha mutado el conflicto.
Las reglas, los negociadores y los ritmos de la mesa en La habana siguen.
Si bien las FARC fue responsable de 40 acciones de guerra violentas en julio de este año -frente a 28 y 14 del 2013 y el 2012, respectivamente- esta es una variación que se ha presentado en muchos otros meses y no aparece como un gran escalamiento, menos después de la prolongada tregua durante la segunda vuelta de las ahora cumplidoras FARC.
Lo que sí pasa es que las FARC decidieron concentrarse en la infraestructura económica como objetivo: ofrece pocos riesgos, muchos objetivos de oportunidad, facilita la extorsión sostenida al menudeo y claro que causa daño y terror.
Pero no por ello no es la guerra como es: el impacto humanitario de los ataques contra la infraestructura no los niega como objetivos para un grupo irregular en un conflicto interno.
No hay tal crisis en la negociación. No hay tal crisis de seguridad: Esto es lo que es una guerra interna. Ah, y reitera que no hay estrategia militar posible que permita ganarla. Por eso la negociación.