Los invito a que por un momento soñemos con un país en PAZ.
Los exhorto a que por un instante se pongan en la piel sufrida de las millones de víctimas de nuestro conflicto interno. Los muertos, desplazados, mutilados y victimizados son, todos, COLOMBIANOS y COLOMBIANAS: como usted y como yo.
Quiero recordarle que la PAZ no tiene color político: no es de aquellos de izquierdas ni derechas.
Quiero convencerlo de que la PAZ es la victoria; que la reconciliación y la transformación de los odios centenarios de nuestra guerra, es el camino indicado.
Imagínese por un momento un país en el que sus hijos, y los hijos de sus hijos, vivan sin la violencia y las tragedias de una guerra fratricida.
Los invito a abandonar de una vez y para siempre la opinión de que la guerra es el mejor camino para alcanzar la PAZ.
Yo anhelo una Colombia en PAZ, donde sea posible sanar las hondas heridas que ha dejado nuestra guerra civil.
Deseo, con todas mis fuerzas, que ni una sola persona más perezca por balas insensatas: me duele la muerte diaria de nuestros soldados y policías; me duele sobremanera la muerte de mis campesinos, indígenas y afrocolombianos; me duele también la muerte de guerrilleros y paramilitares. Todos somos los mismos, todos somos hermanos. ¡No nos matemos más!
Querido amigos… Los invito adherir mañana, 9 de abril, a la marcha por la PAZ, por nuestras víctimas y por la reconciliación de nuestro desgarrado país.
¡¡No más odios, no más guerra!!!