Por:

Jorge A. Restrepo

Manuel Moscoso

En las principales ciudades hay una leve mejoría en los registros de delitos violentos mientras que la percepción y el miedo están disparados. ¿Por qué?

En los últimos días se ha desatado un interesante debate sobre la seguridad en las ciudades. Mientras las autoridades, desde el director de la Policía Nacional hasta los alcaldes de Bogotá y Cali, reclaman una mejora, las mediciones de percepción de la seguridad y lo que las personas revelan como victimización están disparados. ¿Por qué la brecha?

En el caso de Cali, de acuerdo con el programa Cómo Vamos, el 66% de la población encuestada en el año 2010, percibe la seguridad como uno de los principales problemas de la ciudad al tiempo que la Policía Nacional registra una caída positiva en los homicidios entre el 2010 y el 2009.  Existe pues una brecha entre lo que la gente percibe y lo que se registra: el miedo no está anclado a lo que conoce la Policía.  Así, las mejoras puntuales, en dos o tres meses, o en un año, se ven eclipsadas –en la opinión de los ciudadanos- por la sensación de inseguridad.

La primera razón es que Colombia es aún insegura. Pese a indiscutibles Cali y Medellín siguen mostrando tasas de homicidio por 100,000 habitantes que son más de doce veces el promedio mundial. Incluso Bogotá tiene una tasa de homicidio tres veces la mundial. Así el homicidio esté concentrado en ciertas áreas de la ciudad –lejanos para muchos- y en algunos grupos poblacionales –poco importantes para otros- este sigue siendo muy alto.  Ni decir de otros crímenes que implican violencia. Las lesiones personales, los robos con armas de fuego y arma blanca, y hasta el raponazo y el fleteo generan un número importante de víctimas. Una rápida generalización diría que del 2002 al 2005 los homicidios y demás crímenes violentos cayeron rápidamente, pero desde entonces donde han caído lo han hecho poco. En algunas ciudades como Cali, Bogotá y Medellín han subido en ciertos períodos.

La ciudadanía nota el nivel de inseguridad más que mejoras marginales en ella.  Uno nota que el agua está fría, no que se está calentando.  Esto no quiere decir que la opinión no sea exagerada por la gente. La percepción de  inseguridad así como el alto crecimiento  de la victimización que reportan los ciudadanos en las encuestas corresponde a una cascada de información. Cuando algo me ocurre, al contar lo sucedido la sensación de miedo se contagia a mi familia o personas cercanas generando un efecto de “bola de nieve” o cascada, que probablemente explique este fenómeno.

Si los mandatarios locales y las autoridades nacionales quieren ser juzgados mejor deben lograr mejoras sostenidas en los niveles de violencia. Además, deben asegurarse de que las cifras de registro se informen de manera periódica, pública, detallada y transparente. En materia de medición, deberían establecerse encuestas comparables y periódicas de cobertura nacional en materia de percepción de seguridad y victimización para ser comparadas con el registro de delitos por parte de la policía. Y en materia de registro, la Policía y los alcaldes deben ver los aumentos en los crímenes como señales útiles, incluso de confianza en el sistema, y no como un juicio anticipado a su gestión.

Artículo publicado en el periódico elpais de Cali el 12 de Abril del 2011

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