La masacre de los soldados en Cauca el día de ayer, puso en estado crítico el proceso de paz. Este es el evento del conflicto armado más grave que ha ocurrido desde que se inició la negociación, no sólo por el alto número de víctimas mortales y heridos de la fuerza pública, sino por ser la undécima clara violación del cese al fuego autoimpuesto por las Farc y por tratarse de una acción ofensiva atroz, un crimen de guerra, como ya lo calificó el Fiscal General.

Demuestra este ataque también su incapacidad de control y comando de las columnas móviles, así como las severas dificultades que tiene el Secretariado para hacer cumplir su cese y comunicarse con sus frentes. La prioridad, en todo caso, es proteger el proceso, no sólo por los avances que ha logrado en términos de reducción de la violencia.

¿Cómo proteger el proceso, herido por la violencia descontrolada de las Farc? En primer lugar, no escalando el conflicto. La decisión del Presidente Santos de utilizar todos los medios de fuerza “para proteger la población”, incluyendo la reanudación del uso de la fuerza aérea en contra de los campamentos es lo correcto. Esta guerrilla no entendió la oportunidad de oro de utilizarlos como lugar de concentración y cesar el uso de la violencia. Esa estrategia no funcionó. En segundo lugar, presionando desde la ciudadanía para que las Farc abandone la violencia ofensiva por completo, sin condiciones y para que el Gobierno de prioridad en la mesa la negociación de un cese bilateral definitivo. Hoy día la violencia ofensiva no le sirve a las Farc: con la masacre de los soldados, lograron borrar de un tajo todo el avance y capital político que le dieron al proceso con su cese unilateral. Romper ese cese al fuego significaría un golpe mortal al proceso porque reduciría a una minoría a quienes apoyan el proceso de negociación.

Publicado en ElColombiano, el 16 de abril de 2015

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