Publicado el 30 de mayo en la edición impresa del diario El País de Cali  

Con las capturas de alias ‘Chicho’, el ‘Negro Orlando’ y ‘Martin Bala’, la Policía debilita estructuralmente a ‘Los Urabeños’ en el Valle del Cauca porque desarticula las piezas centrales de una organización que aprovechó la reputación, los contactos y el ‘know-how’ criminal de familias (los Urdinola y los Urrego) que llevaban varios años marginalizadas de las lógicas del poder mafioso en el Valle.

Estas familias que representaban la primera generación de narcotraficantes del Valle, se debilitaron fuertemente a finales de los 90 e inicios del 2.000, por la extradición, el desgaste de la clase política que los protegía a raíz del proceso 8.000, y la revalorización del sicario en la estructura de poder del narco (por ejemplo, alias ‘Jabón’ demostró que los sicarios también podían mandar, rompiendo con el mito de que eran los burgueses de clase media –como lo fueron Chepe Santacruz, Iván Urdinola, Danilo González y Miguel Rodríguez-, los únicos que sabían cómo mandar.)

Con el crecimiento territorial de ‘Los Urabeños’, estas familias tienen una oportunidad valiosa para reencaucharse en el mundo del narcotráfico. Por su parte, los hermanos Úsuga, encontraron estratégicamente en estas familias, el capital humano con la suficiente experiencia, ganas y deseos de revancha para re-posicionarse en el mundo criminal. Con esa base preexistente, pudieron entonces, armar la guerra para desplazar a los Rastrojos, Los Machos y un sector de los Henao Montoya.

La captura de ‘Chicho’, el ‘Negro Orlando’ y ‘Martin Bala’, no se debe analizar tanto como la desarticulación de un organigrama criminal, sino como un golpe desgarrador al capital simbólico de los Urabeños. Podría ser el fin del fin de la primera élite de narcotraficantes que surgió en Cali y el Valle del Cauca. La pregunta ahora es: ¿quién podrá ofrecer ese valor simbólico para reemplazarlos?

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