La persistencia del conflicto entre campesinos y gobierno en el Catatumbo, permite concluir que las regiones piden a gritos ser incluídos en las discusiones que se están desarrollando en La Habana con las Farc.
De igual forma, también queda de manifiesto la dificultad que tendrá la refrendación de los acuerdos en las regiones.
Lo anterior se evidencia en las peticiones o reclamos del movimiento campesino al gobierno, entre los que se encuentran el manejo del gobierno frente a los cultivos ilícitos, el rol de las Zonas de Reserva Campesina y la ausencia del Estado en las regiones.
Frente a esto, se ha observado una falta de oportunismo por parte del gobierno y de las Farc, en tanto que su estrategia frente a los diálogos no ha incidido en la tramitación adecuada del conflicto y, por el contrario, sus acciones han aumentado el inconformismo de los manifestantes.
El gobierno ha estigmatizado y reprimido la protesta social, en vez de aprovechar estos reclamos para iniciar y probar mecanismos de discusión y de refrendación de los acuerdos a nivel regional para construir paz desde las regiones.
Por su lado, las Farc han realizado acciones violentas que en nada ayudan a proponer soluciones al conflicto. En cambio, han eludido participar en la discusión sobre las peticiones de los campesinos lo que sería una muestra de su capacidad para participar en política desde la legalidad y como una muestra del potencial para consolidarse como una opción política pacífica en las regiones.
En suma, hasta el momento, el manejo que se le ha dado al conflicto en el Catatumbo, tanto por parte del gobierno como de las Farc, es una oportunidad desaprovechada para sentar las bases para un posible escenario de posconflicto incluyente, participativo y legitimado por las regiones, que en últimas, han sido quienes han vivido en carne propio las consecuencia del prolongado conflicto armado colombiano.