Acabo de escuchar en la radio que el Gobernador de Antioquia Sergio Fajardo Valderrama tiene serias amenazas en su contra; tan serias que incluso le obligaron a interrumpir su comparecencia ante la prensa ayer.

El mismo Fajardo, apoyado en la información de las autoridades, atribuye esta nueva violencia, pues son actos intencionales que causan daño, a la gran corrupción organizada.

Cuatro reflexiones:

La primera hace referencia a la aparición de una nueva conexión entre la violencia y la corrupción organizada. En Colombia, que yo sepa, no se han dado casos de magnicidios planeados por el crimen organizado. De haber tenido éxito el plan para atentar contra Fajardo, se estaría ante un caso de gran corrupción organizada generando violencia con capacidad desestabilizadora a nivel nacional: Fajardo no solo fue candidato vicepresidencial, sino que tiene talla presidencial. Atentar contra alguien como él, o sólo intentarlo, se le llama terrorismo.

Y hay otros casos, que ahora no puedo documentar en detalle, de violencia que se origina en las disputas entre los «socios» de estos aparatos de corrupción por las enormes rentas que logran apropiarse, por intimidación a jueces e investigadores. Recuerdo ahora múltiples asesinatos en Cartagena, Pereira, Manizales, ligados a casos de corrupción. Casos, pero con el lamentable estado actual de la justicia criminal Colombiana, no sabremos cuántas de estas muertes e innumerables amenazas se deben a estos poderosos grupos.

Imagino las reacciones si el atentado hubiese tenido éxito: de seguro se le atribuiría a las FARC, a la mano negra de derecha. O de izquierda.

Y no es tan simple: se trata en realidad de organizaciones de corrupción tan poderosas que ya son capaces de generar terrorismo. Es la pesadilla del gran crimen organizado, con conexiones profundas con el poder, que no están mediadas por ideología ni ambiciones de control político de lo público. El modelo de «desarrollo» más parecido es el de Italia en el sur y el de Nueva York por allá en los ochenta. Esa es la segunda reflexión: lo «novedoso y sistemático del fenómeno que devela el caso Fajardo.

La tercera, hace referencia a la conexión con otras formas de violencia: Antioquia parece terreno fértil para producir nuevas formas de violencia, sistemáticas. Toda demanda de violencia, encuentra una oferta amplia, oportuna de profesionales de la violencia. Esa es la continuidad.

La cuarta, son los insospechados pero reales impactos sobre el desarrollo. El Gobernador de la «Antioquia más educada» estaba dando una rueda de prensa, la interrumpida, sobre cómo mejorar la mortalidad materna. Ese trabajo también se interrumpió. O por lo menos hay distracción.

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