El pasado 2 de abril, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas votó por mayoría la aprobación del  Tratado de Comercio de Armas (Arms Trade Treaty, en inglés). El Tratado se aprobó con 154 votos a favor, 23 abstenciones y 3 en contra.

Sin embargo, el proceso aún no ha terminado. El tratado no está vigente.

Con la votación mencionada, se aprobó el Tratado de Armas. Posteriormente, con su firma, los países indican su voluntad de adoptarlo.

El siguiente paso, y el verdaderamente importante, es la ratificación, pues esta es la que implica la creación del vínculo jurídico que hace que el Estado sea legalmente parte del tratado y se obligue ante la comunidad internacional a aplicar lo contenido en el mismo.

El 3 de junio pasado se abrieron las urnas para la ratificación del tratado que entrará en vigencia una vez 50 países se hayan adherido. Pero hasta el momento, Colombia no lo ha ratificado ni firmado.

He aquí cinco razones por las cuales Colombia debe hacerlo cuanto antes:

  1.  Colombia, entre los más violentos. Según el último reporte de la Declaración de Ginebra, Colombia está entre los 14 lugares con mayor tasa de homicidios del mundo,  una tasa de 31  muertes por cada 100,000 habitantes en el año 2012.  Medicina Legal reportó 4916 muertes violentas durante los cuatro primeros meses de este año 2013, de los cuales el 80 % (3895) de esos homicidios fueron perpetrados con armas de fuego. Legales o no, es necesario regular su acceso  y reducir su mal uso.
  2. El compromiso con la paz. Colombia está en medio de un proceso de paz que a pesar de los percances que ha sufrido (la petición de una constituyente por parte de las FARC, por ejemplo), sigue en marcha y espera ser uno de los que perduren y entreguen buenos resultados. El país se posiciona entonces como uno comprometido que tiene poder de mando y se interesa por disminuir la violencia. Cualquier acción que le de mayor robustez a esa imagen debe ser bien recibida. Más importante: un componente clave del eventual cierre del conflicto será la más estricta regulación, la lucha contra el tráfico y el mejor control de las armas de fuego.

  3. La estabilidad económica. Un país sin conflicto y con bajos índices de violencia es un país que refleja estabilidad y seguridad en el mercado internacional, es un país que recibe altos flujos de capital y una mayor inversión extranjera directa. Como prueba, durante los últimos tres años, la calificadora de riesgo Standard & Poor’s le otorgó a Colombia  dos incrementos importantes en la calificación de la deuda del país, esto se dio en un periodo en el que se percibieron disminuciones en la criminalidad y se mostró un mayor control estatal sobre el conflicto interno (reduciendo el «Riesgo País»). Por la razón que sea, la economía tiene peso y con el crecimiento y oportunidades que se le han presentado últimamente a la Colombia vale la pena empujarla un poco más y garantizar su estabilidad, mediante una mayor seguridad.

  4. Modificaciones futuras. El Tratado de Armas tiene, como se ha mencionado con frecuencia por teóricos, vacíos como la omisión de una regulación fuerte en cuanto a municiones y el hecho de que no cubre específicamente a poblaciones vulnerables como los niños. Es claro que en el futuro se deberán efectuar algunas modificaciones de fondo que lo fortalezcan y Colombia debe estar integrado en el proceso de reconstrucción y mejora. Debe hacer parte, entonces, de esa ‘comunidad’ que apoya al tratado.

  5. La imagen internacional. La disminución de la violencia armada ha estado en la agenda pública de todos los políticos del país desde incluso antes del inicio del conflicto armado con la criminalidad común. Apoyar esta iniciativa fortalecerá todos los procesos internos e iniciativas que buscan ayuda internacional para frenar el comercio, distribución y empleo de armas de fuego en contra de la vida. Si Colombia se convierte en uno de los países que encabezan el establecimiento del primer Tratado Comercial de Armas en el mundo, consolidará o reafirmará su posición como nación que busca, sino la paz, mejorar sus indicadores y bajar de posición en la escala de los lugares más peligrosos del mundo.

Un mes después de que se abrieran las urnas para la ratificación, sólo Islandia y Guyana han ratificado su participación en el tratado, lo cual implica que Colombia todavía puede ser parte del grupo de los pioneros en esta iniciativa. Eso sería liderazgo.

Ahora bien, la Canciller Ángela Holguín, en entrevista con RCN Radio, mencionó que pasará el proyecto de ratificación a la nueva legislatura del Congreso de la República  que se inició el pasado 20 de julio y afirma confiar plenamente en que el organismo lo apruebe rápidamente.

Sin embargo, esa confianza que intenta transmitir se debilita al saber que Colombia no es uno de los 79 países que ya firmaron el tratado. Es decir, el país ni siquiera se ha comprometido a adherirse al control del comercio de armas propuesto por la ONU.

Tal contradicción resulta vergonzosa si se tiene en cuenta que, en febrero de este mismo año, el presidente Juan Manuel Santos buscó «liderar» un consenso en la Cumbre de los países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, Celac, y la Unión Europea, para pedirle a la ONU un tratado que regulara el comercio de armas en el mundo, pues tal como dijo el mandatario: «cuando uno ve a niños armados hasta los dientes delinquiendo (se pregunta) dónde compraron esas armas, cómo las obtuvieron; ahí también se hace uno la pregunta de si el mundo no debe revisar ese comercio de armas que tanta violencia está causando».

Entonces, ¿se le cree al Presidente, a la Canciller o a los hechos? Por ahora el primero sólo ha mostrado un vago interés en, tal vez, darse a conocer como una figura comprometida y un pionero en el tema. La canciller, pone la cara por un Congreso que no se ha movido lo suficiente, ni siquiera para representar al país en un acto protocolario y casi simbólico como lo es la firma del tratado. Por último, los hechos dicen que Colombia no está tan interesada en hacer parte de este proyecto de reducción de la violencia a pesar de que el presidente Santos afirme que «No podemos bajar la guardia un solo instante, por el contrario tenemos que redoblar nuestros esfuerzos…».

Así que a la Canciller Holguín, ¿cómo vamos a confiar plenamente en que el Congreso lo apruebe rápidamente?

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