Las delegaciones del Gobierno y las FARC anunciaron que hoy, 23 de junio, se darán a conocer los acuerdos alcanzados en cuatro de los siete asuntos que componen el punto 3 del “Acuerdo General para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera».

Según las delegaciones, se ha llegado a acuerdos sobre:

  1. El cese al fuego y hostilidades, bilateral y definitivo.
  2. La dejación de armas y reincorporación de las FARC a la vida civil.
  3. Las garantías de seguridad para los ex combatientes de las FARC.
  4. La lucha “contra las organizaciones criminales responsables de homicidios y masacres que atentan contra defensores de derechos humanos, movimientos sociales o movimientos políticos, incluyendo las organizaciones sucesoras del paramilitarismo y sus redes de apoyo y la lucha contra todas las conductas criminales que amenacen la implementación de los acuerdos de paz”.

El evento en el que se darán a conocer los acuerdos, contará con la presencia del presidente Santos, el Comandante de las FARC, Timoleón Jiménez; el presidente de Cuba, Raúl Castro, y el Canciller de Noruega Borge Brende; en representación de los países garantes, la Presidenta de Chile, Michelle Bachelet y el Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en representación de los países acompañantes.

Como invitados especiales estarán presentes: el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, el Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Mogens Lykketof, y el Presidente del Consejo de Seguridad, François Delattre.

Igualmente asistirán el presidente de República Dominicana, Danilo Medina, en calidad de presidente de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños -CELAC-, el presidente de El Salvador, Salvador Sánchez y los enviados para el proceso de paz de Estados Unidos, Brian Aronson, y de la Unión Europea, Eamon Gilmore.

 

Análisis: Lo que este anuncio representa y los riesgos que supone

El elemento más significativo de este acuerdo es la renuncia a la violencia armada y al uso de la fuerza para causar daño al adversario y para sostener el aparato de guerra, en el caso de las FARC. Remover la violencia armada, directamente ligada al conflicto, y la amenaza de su uso supone eliminar la violencia de vastas regiones en Colombia, y por tanto significa una radical reducción del riesgo para las personas, las comunidades, las instituciones y las empresas que operan en el país.

El acuerdo también supone el compromiso de las FARC de detener el uso de la violencia para financiar el conflicto armado en el país a través de actividades criminales, en particular en términos del compromiso anunciado de cesación de hostilidades. Si bien la guerrilla ha demostrado una sustancial disminución de sus acciones unilaterales, las extorsiones siguen afectando a la población y por lo tanto son un riesgo para el cumplimiento del cese bilateral, por lo que se espera que el acuerdo que se anuncie mañana contemple acuerdos frente el abandono por parte de las FARC de esta actividad. A este riesgo le atribuimos una alta probabilidad de ocurrencia. No es un riesgo que pueda, en todo caso, conducir a una reversión de los acuerdos.

El cese bilateral también demuestra la utilidad de los compromisos de desescalamiento que ha venido cumpliendo las FARC durante los últimos 11 meses. En este período se presentó la mayor -y la más duradera- reducción en la violencia de las FARC en la historia del conflicto. Se puede afirmar que esta demostración de capacidad de comando y control de la violencia por parte de las FARC, constituye una base sólida que permite predecir un alto nivel de cumplimiento de los acuerdos.

A diferencia de la presentación de los acuerdos sobre otros puntos de la agenda, el evento de mañana contará con la presencia de los más altos representantes de las Naciones Unidas (NNUU): el Secretario General, el presidente del Consejo de Seguridad y de la Asamblea General de esta organización, y los diferentes presidentes de los países garantes y acompañantes del proceso. Esto evidencia el alto (y pleno) nivel de legitimidad internacional que tiene el proceso de paz, así como el nivel de acompañamiento y garantías con el que cuentan las partes y la sociedad colombiana.

Al respecto, se espera que mañana se entreguen detalles sobre el funcionamiento de la Misión Especial de Monitoreo y Verificación del Acuerdo sobre el Cese al Fuego de las NNUU. Este mecanismo es la mejor garantía para lograr un desarme lo más completo posible y disminuir el riesgo de que un estallido de violencia -o un evento terrorista de gran impacto- rompa el acuerdo y vuelva el conflicto. El acompañamiento internacional permitirá el monitoreo de lo pactado reduciendo las posibilidades de que las partes incumplan y haciendo más transparente la implementación de los acuerdos.

Además del anuncio que se realice mañana, se espera que las partes den a conocer el texto de los acuerdos alcanzados. De esta manera se evitaría repetir el error de comunicación que ocurrió cuando se anunciaron los principios del acuerdo para la creación de la Jurisdicción Especial para la Paz, sin publicar el texto completo.

La no publicación total de los acuerdos alcanzados, supone un riesgo para el proceso de paz pues la falta de claridad sobre los puntos pactados puede conducir a que la mesa de negociación reciba críticas, exista desinformación en la ciudadanía y se presente un deterioro de la confianza en la negociación y en los acuerdos. Sin embargo, atribuimos una baja probabilidad a que esto ocurra.

Los puntos que quedarían pendientes para concluir el acuerdo sobre el Fin del Conflicto serían:

  1. La revisión de la situación de las personas privadas de la libertad, procesadas o condenadas, por pertenecer o colaborar con las FARC-EP;
  2. Las reformas y los ajustes institucionales necesarios para hacer frente a los retos de la construcción de la paz;
  3. El esclarecimiento del fenómeno del paramilitarismo, de acuerdo a lo pactado en el punto sobre “Víctimas”.

Estos pendientes se sumarían a los restantes de los demás acuerdos ya pactados, los cuales se espera sean resueltos en los próximos ciclos de la mesa de negociación.

Lo que se espera en términos de violencia

Antes de que se logre la firma del Acuerdo Final e inicie la implementación del acuerdo Fin del Conflicto, se prevé una reducción sostenida de la violencia por parte de las FARC.

Igualmente se espera que se dé una reducción gradual de las extorsiones en zonas de presencia histórica de las FARC: el sur del Meta que da entrada a la serrania de la Macarena, el sur del Tolima y el Caquetá. En otras regiones como el norte andino del Cauca, la costa pacífica nariñense y el norte de Antioquia, las extorsiones podrían disminuir en menor medida, debido a que estas regiones están en disputa con otros grupos armados. En cuanto a los combates entre las FARC y la Fuerza Pública, es probable que estos disminuyan hasta desaparecer por completo.

En departamentos donde hacen presencia violenta grupos posdesmovilización paramilitar y el ELN, como Norte de Santander, norte del Meta, Vichada, Chocó, Antioquia, Arauca, Nariño y Valle del Cauca, se prevé que escale la confrontación violenta, debido a disputas por el control de rentas criminales entre estos grupos. En lo corrido de 2016 se ha registrado un recrudecimiento de la violencia del ELN, sin embargo en los últimos 15 días no se registran acciones violentas por parte de este grupo.

Otros riesgos que persisten para el proceso

Pese al importante avance que este acuerdo representaría para concluir el proceso de paz con las FARC y dar inicio a su implementación, aún existen otros riesgos para el proceso.

En primer lugar, persiste el riesgo de que otros grupos armados usen la violencia para atentar contra este acuerdo y contra el proceso de paz. En particular, existe la amenaza de que ocurran atentados terroristas o magnicidios. Este tipo de hechos se han observado en el pasado en otros procesos de paz en Colombia y otros países. Creemos que este es un riesgo menor, pero no despreciable. Sin embargo, en caso de materializarse, tendría el potencial de afectar la implementación de los acuerdos e interrumpir la negociación, para lo cual debe estar preparada la opinión.

Si bien el acuerdo de cese bilateral es uno de los logros más importantes de las negociaciones, también es una oportunidad para quienes se quieran oponer violentamente al proceso de paz. A pesar de que no se conocen los resultados finales de los acuerdos del cese bilateral y desarme, es probable que la oposición política al proceso continúe realizando críticas al proceso y mantenga acciones como la recolección de firmas en contra del proceso, especialmente si no se cumplen con las solicitudes que han realizado en materia de zonas de concentración y destrucción de armas. Sin embargo, no prevemos que la oposición recurra a mecanismos violentos en sus acciones.

En segundo lugar, subsiste un riesgo político de que un eventual acuerdo final con las FARC sea rechazado por parte de la ciudadanía o la oposición política, lo cual frustraría los alcances del acuerdo del cese bilateral. Este puede ser un riesgo mínimo de baja probabilidad pero no debe ser subestimado, ya que depende de las campañas a favor o en contra del proceso que se realicen a partir de hoy, y del manejo de la información para evitar campañas de miedo y de amenazas de aumento de la violencia en caso de que no se alcance un Acuerdo Final.

Por último, se puede volver a la confrontación armada abierta entre las Fuerzas Militares y las FARC por posibles violaciones a los compromisos de desescalamiento y nuevos compromisos del cese bilateral. Este sería un riesgo localizado, con poca probabilidad de ocurrencia y no significaría la ruptura del proceso.

En suma, este acuerdo es el punto decisivo en la negociación y conducirá a la terminación del conflicto con las FARC a partir de mañana.

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